El inicio del año 2025 sorprendió a millones de estadounidenses con un fenómeno climático de gran magnitud: una tormenta invernal.
Que azotó varias regiones del país, dejando a su paso nevadas récord y temperaturas extremas.
Según reportes oficiales, la combinación de viento.
Hielo y acumulaciones de nieve generó el colapso de numerosas vías de transporte terrestre y aéreo.
Provocando que más de 1,400 vuelos fueran cancelados en los principales aeropuertos de Estados Unidos.
Este suceso, catalogado por expertos como uno de los episodios más crudos de la última década.
Ha puesto de relieve la vulnerabilidad de la infraestructura y la necesidad de reforzar los protocolos de emergencia en todo el país.
El impacto climático y su alcance regional
La tormenta invernal de 2025 no se restringió a un área específica, sino que se extendió a lo largo de vastas zonas del centro, norte y este de Estados Unidos.
Ciudades como Chicago, Detroit, Nueva York y Boston experimentaron nevadas históricas.
Acompañadas de ráfagas de viento que superaron los 80 km/h.
Esta combinación de factores climáticos derivó en graves problemas de movilidad.
Ya que las carreteras quedaron bloqueadas por acumulaciones de nieve de hasta medio metro en algunas regiones.
Aunado a esto, la formación de hielo en las pistas de despegue obligó a las aerolíneas a cancelar o reprogramar cientos de vuelos diarios.
Afectando a turistas y a viajeros por negocios.
El panorama fue igualmente difícil para zonas más al sur, acostumbradas a condiciones climáticas menos extremas.
Estados como Texas y Tennessee sintieron los estragos de la tormenta, con temperaturas muy por debajo de lo normal y cortes de energía eléctrica que agravaron la situación.
Las autoridades declararon estados de emergencia en múltiples condados, con el fin de canalizar recursos y brindar asistencia.
A quienes se encontraban en riesgo por las bajas temperaturas o por la imposibilidad de desplazarse de forma segura.
La compleja logística de las aerolíneas
Las aerolíneas se enfrentaron a un enorme reto organizativo para responder con rapidez a las circunstancias adversas que generó la tormenta invernal.
Al verse forzadas a cerrar aeropuertos por horas o incluso días, los equipos de operaciones.
Tuvieron que reubicar aviones y tripulaciones, además de negociar con los aeropuertos alternos la disponibilidad de slots y espacios de aterrizaje.
Para los viajeros, esto significó largos tiempos de espera y la imposibilidad de llegar a sus destinos.
Lo que provocó una ola de reembolsos, quejas y solicitudes de compensación por parte de los afectados.
A pesar de los inconvenientes, las medidas de seguridad resultaron indispensables para evitar accidentes mayores.
Durante las peores horas de la tormenta, varios aeropuertos suspendieron completamente sus operaciones ante la falta de visibilidad.
Y el peligro de que el hielo acumulado en las alas de los aviones ocasionara incidentes en pista o durante el vuelo.
Los pilotos se apoyaron en sistemas de navegación avanzados y en los reportes meteorológicos en tiempo real.
Pero finalmente la decisión de cancelar vuelos resultó ser la más acertada para preservar la integridad de pasajeros y personal.
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